—Vuela
—. Susurró el hombre viejo, mientras lo lanzaba por los aires.
Murkrow batió las alas y empezó a volar entre la oscuridad. La
noche era oscura, no se veían las estrellas aunque la luna estaba enorme. Pero Murkrow
tenía muy buena vista, sobretodo en la oscuridad. El bosque del
norte estaba como siempre, silencioso y tranquilo, aún así alzó el
vuelo para pasar por encima de los árboles, el hombre viejo le había
dado de comer antes de despedirlo, por lo que no tendría que cazar.
Observó el bosque desde arriba maravillado, no sabía por qué pero
le fascinaba. Por muchas veces que lo viera, ese bosque tenía un
encanto especial.
Rápidamente
encontró una corriente de aire caliente, se metió en ella y se dejó
llevar. Esa noche era más fría que las demás, tuvo mucha suerte.
Gracias a la corriente Murkrow volaba mucho más rápido y sin ni
siquiera esforzarse. No tardaría mucho en llegar al castillo del
norte esa noche, a no ser que se pusiera a llover. El cielo tenía
alguna nube pero el aire era seco, ni siquiera había niebla, no
parecía que tuviera que llover en mucho tiempo. Entonces Murkrow se
fijó que a lo lejos había una sombra con alas que se acercaba a
mucha velocidad. No parecía que fuera por casualidad que la sombra
se dirigiera directamente a él. Murkrow ya estaba acostumbrado, a
esas horas habían muchos Zubat revoloteando por el bosque y siempre
había alguno más valiente que se atrevía a atacarlo.
La
silueta del pokémon cada vez era más grande y estaba más cerca.
Murkrow salió de la corriente de aire y dejó de avanzar para
situarse a la misma altura del otro pokémon. Para entonces ya tenía
al otro pokémon encima, Murkrow hizo un gesto para esquivar el golpe
y se giró para lanzarse hacia él para azotarle con el ala dura como
el acero, pero falló. La nube que hasta ese momento había estado
ocultando la luna decidió moverse y con la luz lunar pudo ver al
enemigo, no era un Zubat, sino un Golbat. No sabía si iba a estar
preparado para luchar contra un Pokémon como ese. Él había sido
entrenado para viajar de un castillo a otro para entregar mensajes,
no para luchar, aun así a veces era necesario.
Los
Pokémon estaban a unos metros de distancia uno del otro, y a
bastantes más del suelo. Ambos se quedaron mirando los ojos del
rival hasta que Golbat gritó de una forma que hizo que Murkrow se
estremeciera, pero si no aprovechaba ese momento podría perder. Así
que voló directo hacia el Pokémon enemigo y le asestó un golpe con
el pico, esta vez no falló y el golpe hizo que Golbat se balanceara.
El enemigo enfurecido atacó con las fauces tan abiertas que daban
miedo, pero Murkrow dejó de batir las alas y cayó, esquivando el
ataque. Ahora que lo tenía encima tal vez parecía que tenía
desventaja pero aprovechó cuando se abalanzó sobre él para
esquivarlo por el lado y desgarrar una de sus alas con las
garras.
Golbat
parecía agotado, el golpe que le había dado con el pico había sido
más potente de lo que le había parecido. Pero entonces Murkrow
sintió como unos colmillos se le hundían en la carne del cuello. Se
giró y vio que había otro Pokémon, otro Golbat, de sus colmillos
afilados no goteaba su sangre sino un líquido morado. "Veneno." Pensó. Murkrow empezó a marearse y a sentirse más
débil. La sangre le hervía en las venas y parecía que la cabeza le
tuviera que explotar. En ese estado no podía seguir luchando.
Entonces
la vio. Una pequeña luz naranja parpadeaba al otro lado del bosque.
Tenía que ser el castillo, parecía que con la corriente a su favor
había avanzado mucho más rápido de lo que pensaba. Pero una ala le
falló y Murkrow empezó a caer, con las fuerzas que le quedaban se
agarró de la rama de un árbol. —Tengo que llegar al castillo como
sea, de lo contrario estoy muerto —. Oyó otro grito estremecedor y
miró hacia arriba, había tres Zubat a parte de los Golbat de antes,
y todos se dirigían hacia él.
Murkrow
batió las alas pero cuando estaba a unos metros volvió a caer. El
veneno le debilitaba mucho y no parecía que pudiera volar. Así que volvió a posarse en la rama y con las fuerzas que le quedaban
saltó de rama en rama impulsándose con las alas. No había rastro
de los Pokémon salvajes, quizá no les gustara entrar en el bosque.
Aprovechándose de eso siguió saltando. A lo lejos vio un Hoothoot, aunque no parecía agresivo, tan solo estaba en
un agujero de un árbol observando todo lo que ocurría con sus
enormes ojos.
Finalmente
llegó al final del bosque, solo quedaban unos pocos metros para
llegar al castillo, aunque la torre dónde tenía que ir era la más
alta. Ahí parado lo único que conseguiría era morir
envenenado, así que cerró los ojos, respiró hondo y empezó a
batir las alas. Un calambre le recorrió el muslo, pero siguió
batiendo las alas, ahí ya no había árboles y estaba a una altura
lo suficientemente alta para quitarse la vida en caso de que cayera. Le dio otro calambre y ahora ya no solo la pata, sino todo el cuerpo le dolía, cada
segundo era un infierno y el castillo parecía no llegar nunca.
Tras
unos dolorosos minutos finalmente llegó al castillo, se puso en la
ventana y gritó varias veces. Pasaron uno minutos pero no contestaba
nadie, y Murkrow cada vez tenía la vista más borrosa. Ahí no había nadie
más que unos Murkrow y Pidove durmiendo y el dolor era insoportable.
Murkrow ya agotado y dolorido no pudo aguantar más así que se dejó
caer al suelo. Pocos segundos después se abrió la puerta y entró
alguien en la torre, lo último que oyó antes de desmayarse fue:
“...veneno... espero poder salvarlo...”
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